Al principio es un poco denso y cuesta pillarle el ritmo, pero a medida que avanza te va gustando más y más. Las conclusiones son una MARAVILLA y hace apuntes muy interesantes desde el punto de vista antropológico con/para el feminismo.

Un ensayo que en el que se explica una cómo hombres y mujeres hemos llegado a ser como somos y relacionarnos como lo hacemos en la actualidad, a través de procesos prehistóricos e históricos.

El pilar del libro es que para la autora los hombres quisieron mantener a las mujeres en lo que llama “identidad relacional” precisamente para que sostuvieran los vínculos que ellos iban perdiendo a medida que tenían posiciones de poder, sin embargo, esta individualidad desarrollada históricamente por los hombres es dependiente, en tanto que necesita siempre las mujeres, para poder construir unos vínculos que ellos creen haber dejado atrás.

Además, el libro está lleno de ideas muy interesantes tales como que la individualidad está hecha de ansiedad, ya que es un modo de identidad en el que nunca se acaba de llegar a ser porque los que nos define es desear algo constantemente.

O cómo la complementariedad de funciones macho-hembra, a medida que la individualización masculina iba avanzando, que hizo que la heterosexualidad se fuera imponiendo como norma social hasta considerarla la ley natural sobre la que se asienta la sociedad.

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