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cronosmu's review against another edition
3.0
Los tramos que se dedican a diseccionar el oficio del Vargas Llosa novelista no tienen desperdicio. Especialmente notable es que se incluya el análisis de dos libros no tan populares: el excelente [b:Historia de Mayta|94352|Historia de Mayta|Mario Vargas Llosa|https://images.gr-assets.com/books/1171287485s/94352.jpg|899140], a mi juicio una de sus cumbres como narrador y obra toral dentro del género metaliterario, y [b:¿Quién mató a Palomino Molero?|25785265|¿Quién mató a Palomino Molero?|Mario Vargas Llosa|https://images.gr-assets.com/books/1438047684s/25785265.jpg|1508430], por largo tiempo caída en el olvido, considerada como una de sus obras menores. Esta última la leí a mis dieciséis o diecisiete años. Entonces no se encontraba si no era en librerías de viejo o en los arcones de una biblioteca familiar. Yo se la robé a un primo que intercambió la lectura por vicios un tanto más nocivos para el sistema nervioso central —la cocaína, me parece—, y por mucho tiempo creí ser el único mejicano de mi generación que la había leído. Opinión que, desde luego, no estaba exenta de un esnobismo adolescente.
Un tercio del libro se dedica a insistir en tópicos ideológicos que han ocupado los últimos veinte años de la vida de Varguitas. Los interesados en su pensamiento bien podrían remitirse a otras obras, mucho más exhaustivas, menos panfletarias y biempensantes. Para un autor que cada vez habla menos de su obra y de su oficio como narrador, siendo él el más hábil de los escritores del último siglo, la reiteración del lugar común político chirría como uñas que se deslizan por una pizarra. De modo que al respecto nada tengo que opinar. Esta es una diatriba estilística: ¿será posible, a estas alturas, un libro puramente literario?
Un tercio del libro se dedica a insistir en tópicos ideológicos que han ocupado los últimos veinte años de la vida de Varguitas. Los interesados en su pensamiento bien podrían remitirse a otras obras, mucho más exhaustivas, menos panfletarias y biempensantes. Para un autor que cada vez habla menos de su obra y de su oficio como narrador, siendo él el más hábil de los escritores del último siglo, la reiteración del lugar común político chirría como uñas que se deslizan por una pizarra. De modo que al respecto nada tengo que opinar. Esta es una diatriba estilística: ¿será posible, a estas alturas, un libro puramente literario?
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