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Tengo claro que este libro me ha calado bien hondo, no sólo por su calidad, sino porque conozco a personas importantes en mi vida relacionadas con la temática que pasaron por situaciones similares y, de alguna manera, podrían ser, también, sus vidas.
Al margen de esto, recuerdo pocos libros de no ficción que me hayan hecho ver de una manera tan absolutamente poliédrica tantas facetas de un mismo personaje, que me hayan regalado la posibilidad de que exista un margen tan amplio para pensar y empatizar -o no-. Tampoco me parece frecuente que, a pesar de que la figura de Leila Guerriero esté tan presente, moleste tan poco para poder disfrutar del acto de la narración.
Y es que Leila Guerriero, a quien aún no había tenido el gusto de leer, escribe endemoniadamente bien. Incluso en un libro tan extenso, tan reiterativo, tan angustioso, sabe llevarte de la mano con la facilidad de una buena conversación de atardecer. Después de haber terminado el libro, no deja de impresionarme esa capacidad de acompañamiento porque, de no haberla, a buen seguro, me habría saltado más de una sección.
Así que “La llamada”, me ha parecido una narración imprescindible seguir comprendiendo una vida, un momento de la historia, una toma de decisiones en el límite del incendio, jugar la carta del “qué habría hecho yo si estuviera en su lugar” y recordar que todo siempre, siempre, es mucho más complejo de lo que parece.
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Este es un caso de empezar un libro en el momento equivocado. Me encanta el trabajo de Leila Guerriero y también me resulta interesante la figura de Silvia Labayru, sobre quien ya había leído un poco en Putas y guerrilleras de Miriam Lewin y Olga Wornat. Sin embargo, con más de 400 páginas, se me empezó a hacer un poco largo. Hay varias instancias en las que se repiten palabra por palabra frases que ya aparecieron páginas atrás o se vuelve sobre ciertas ideas que, si bien entiendo que son centrales para el libro, ya habían quedado claras. Por otro lado, justo ahora en la Argentina estamos viviendo un contexto político de mierda, con la media sanción de un proyecto que busca destruir el país, así que no siento muchas ganas de leer sobre violencia política, sobre la derrota de ciertos ideales políticos y opiniones medio polémicas sobre estos temas. No sé, en mi caso no es un buen momento para leer esto. Banco el laburo de Guerriero y tal vez en el futuro retome la lectura. Pero hoy es un bajón.