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Ah, qué decir... No por nada Kafka pidió que prendieran fuego sus cosas cuando se muriese. Este no-libro es un pedazo de infidencia donado a la ciencia, como las múltiples manos por las que pasó el cerebro de Einstein, uno de esos casos de necrofilia tan comunes en esta bella humanidad.
La carta al padre nos acerca tanto a Kafka que hasta da pudor. Se siente como estar revisando sus chats privados, como estar parando la oreja al otro lado del consultorio donde le desgrana un soliloquio al mismísimo Freud. Pero es una obra escrita, y cuidada. Escrita y cuidada por uno de los autores más emblemáticos de la era moderna. Y en este mismo tren de las infidencias nos encontramos con la ruptura de muchísimas cuestiones: la educación formal, la disonancia entre la experiencia personal y el mandato de una carrera profesional, y lo más interesante: la expresión violenta como traspaso parental de la masculinidad y el pánico de Kafka a equipararse al padre a través del ritual del matrimonio (sobre todo si tenemos en cuenta qué tipo de mujeres ocuparon las tormentas del escritor).
Ojalá hubiese corrido la suerte de Hawthorne, al que le metieron un boleo en el orto y, gracias a que se quedó sin trabajo, pudo acercarse mucho más a la literatura como una expresión de vida. Pero si uno toma aún este cruel sacrificio sobre la existencia de Kafka que fue su vida reprimida, entiende en este libro los mecanismos opresores que la psicología social (precursada en "Totem y tabú" del creador del psicoanálisis) entenderá enchastrados en toda la sociedad occidental de los últimos siglos. Esos mecanismos que presionaron el espíritu de Franz Kafka como una máquina de hacer paté y crearon algunas de las obras alegóricas más sobrecogedoras y profundas de su tiempo. Y de este también, para qué mentir.
La carta al padre nos acerca tanto a Kafka que hasta da pudor. Se siente como estar revisando sus chats privados, como estar parando la oreja al otro lado del consultorio donde le desgrana un soliloquio al mismísimo Freud. Pero es una obra escrita, y cuidada. Escrita y cuidada por uno de los autores más emblemáticos de la era moderna. Y en este mismo tren de las infidencias nos encontramos con la ruptura de muchísimas cuestiones: la educación formal, la disonancia entre la experiencia personal y el mandato de una carrera profesional, y lo más interesante: la expresión violenta como traspaso parental de la masculinidad y el pánico de Kafka a equipararse al padre a través del ritual del matrimonio (sobre todo si tenemos en cuenta qué tipo de mujeres ocuparon las tormentas del escritor).
Ojalá hubiese corrido la suerte de Hawthorne, al que le metieron un boleo en el orto y, gracias a que se quedó sin trabajo, pudo acercarse mucho más a la literatura como una expresión de vida. Pero si uno toma aún este cruel sacrificio sobre la existencia de Kafka que fue su vida reprimida, entiende en este libro los mecanismos opresores que la psicología social (precursada en "Totem y tabú" del creador del psicoanálisis) entenderá enchastrados en toda la sociedad occidental de los últimos siglos. Esos mecanismos que presionaron el espíritu de Franz Kafka como una máquina de hacer paté y crearon algunas de las obras alegóricas más sobrecogedoras y profundas de su tiempo. Y de este también, para qué mentir.
Now i know the fathers everywhere are more or less the same i understand why son dont get along with father and why they hate when their daughters fet their fathers rage instead of their sons.....
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Plot 7
Story 8
Characters 8
Enjoyment 8
Theme 8
Score: 7.8/10
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