andreinaisabel 's review for:

Blue Label / Etiqueta Azul by Eduardo Sánchez Rugeles
4.0

La verdad no quise tanto a Luis Tévez como se supone que había que quererlo, ni odié tanto a Eugenia como se lo merecía después de las estupideces que pensaba.

"Sí -agregó con petulancia- me imagino que son grandes poetas. El Canto del Loco debe ser el movimiento beat del siglo XXI; seguramente son los dadaístas del nuevo milenio".

Siento que conocer "Peter Pan" y tenerla en la lista de mis canciones favoritas fue una de las mejores partes de la experiencia de leer este libro, y quizás eso no es tan bueno como parece. Quizás alguien que no conociera la canción no habría conectado tan bien con la gran parte de la historia en la que se ve involucrada. (AUNQUE CASI QUE TODA LA LETRA APAREZCA AHÍ ESCRITA.)

Nunca había leído a Eduardo Sánchez Rugeles y ahora, después de hacerlo, siento que puedo escribir todos los libros que me de la gana, porque él lo hace parecer la cosa más fácil y chévere del mundo. Este libro tiene tantas venezolanidades que estoy segura que, para alguien que nunca haya venido a nuestro país, sería imposible de entender. Y eso me encantó. Me hizo sentir privilegiada de compartir nacionalidad con él; porque sí, escribió millones de groserías y cochinadas en esas páginas, pero eso es, en gran parte, lo que es la gente de aquí.

"El sudor se empozaba en mi espalda; la parte de atrás del sostén parecía una bolsita de Farmatodo enredada en una alcantarilla."

A veces, como en esa frase, me parecía que estaba trying too hard de recordarnos lo venezolano que es. Pero ya que, igual me encantó, así somos aquí.

"Sus dedos rodaban por el iPod mientras gritaba cosas como '¡Que vaina tan arrecha, Eugenia!, ¡que de pinga!' Luego pulsaba play, sacaba la cabeza por la ventana y, como una Heidi con problemas de identidad sexual, le cantaba a la montaña."

Lo mejor de todo: Vadier. Mientras lo leía sentía que estaba escuchándolo hablar en la sala de mi casa.

Ojalá no hubiese leído las últimas 20 páginas. Esta historia no se merecía un final así, como de novela grabada en Miami con actores venezolanos.