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4.5

  • —Yo ni siquiera conozco a ningún rebelde de Ophion.
    Aidas estiró sus patas delanteras y arqueó la espalda.
    —Eso no es cierto —Hunt se quedó inmóvil mientras el demonio
    bostezaba—. Hay uno justo detrás de ti.
    Bryce dio la vuelta al mismo tiempo que Hunt, que ya tenía sus
    relámpagos listos para atacar.
    Cormac Donnall estaba parado en la puerta. Las sombras estaban
    desapareciendo de sus hombros.
    —Hola, agente Silverbow —canturreó Aidas y luego desapareció.
  • —Dejaremos de seguir las reglas de Ophion o de los asteri o de quien sea.
    Pelearemos a nuestra manera.
    Ruhn sonrió.
    —Equipo Váyanse al Carajo..
  • Bryce le sonrió con la boca temblorosa. Y luego decidió mandar al
    demonio todo y abrazó a su hermano con fuerza.
    —Equipo Váyanse al Carajo, ¿recuerdas? Nos irá de puta madre.
    Él rio y la apretó entre sus brazos.
    —Equipo Váyanse al Carajo por siempre.
  • vio a la mujer que se puso de pie de un salto y que ahora era un muro entre él
    y la Arpía.
    La Cierva.
  • Bryce y Hunt estaban petrificados por la sorpresa.
    Ruhn susurró:
    —¿Day?
    Lidia Cervos miró por encima de su hombro. Y dijo con calma silenciosa
    en un tono de voz que él conocía como el latido de su propio corazón, una
    voz que nunca la había oído utilizar como la Cierva:
    —Night.
  • Su hermano se apartó. Y Ruhn le dijo, con los ojos brillantes de orgullo:
    —Viva la reina
  • Pero el hombre se quedó viendo a Bryce. La sangre que tenía encima, la
    Espadastral y la daga, que seguían brillando con sus luces opuestas.
    Él levantó la mirada hacia la de ella con estrellas en los ojos. Estrellas de
    verdad.
  • —Quiere saber cómo te llamas.
    Bryce miró de la mujer tatuada al hombre hermoso a su lado. Ambos
    tenían un aire de autoridad silenciosa y gentil. Todos los demás parecían
    observarlos, como si estuvieran esperando sus indicaciones. Así que Bryce se
    dirigió a ambos y levantó la barbilla.
    —Me llamo Bryce Quinlan.
    El hombre dio un paso al frente y guardó un poco sus alas. Sonrió
    ligeramente y dijo en el Antiguo Lenguaje, con una voz como la noche
    gloriosa:
    —Hola, Bryce Quinlan. Me llamo Rhysand.