A review by linorris_
El ojo del mundo by Robert Jordan

4.0

Quiero empezar la reseña siendo honesto: empecé esta novela, esta saga, porque una de las críticas que leí sobre ella es que se parecía demasiado a El señor de los anillos. Yo no entendía cómo eso podía ser algo malo en un principio; había leído a los autores más famosos de la fantasía actual como Sanderson o Abercrombie y, aunque me gustaron, me superion a poco. La vastedad de la Tierra Media, los temas simples, clásicos, eternos que trata Tolkien y la nostalgia de un pasado legendario era lo que más me llamaba la atención, lo que más disfrutaba de estas novelas. ¿Por qué elegir entre lore ligero, acción, o historia desarrollada en personajes si se podía tener todo ello, si la propia lectura me obligaba a sumergirme en un mundo fantásticamente lejano cuyo autor se había esforzado en presentarme estúpidamente cercano? Para mí, el misterio en la fantasía está en esa distancia entre lo creíble y lo increíble: el presentar lo segundo como lo primero y hacerlo cosa de magia, y que la magia no sea más que eso que forma parte del mundo. Algo así dice Chesterton en Ortodoxia cuando habla de los cuentos de hadas, donde todo es posible con unas reglas absolutamente arbitrarias e inquebrantables.

Pero no he venido aquí a hacer comparaciones que siempre son subjetivas y, por tanto, injustas. El caso es que sí: El Ojo del Mundo se parece bastante a El señor de los anillos, a veces hasta demasiado, sobre todo si hablamos de la estructura del libro:
Spoilerel inicio festivo, la formación de la compañía, la disolución de la misma, el paralelismo con las minas de Moria, una especie de Gollum
Spoiler(Padan Fain)
, un Rey sin corona...
Pero eso no impide que Jordan hable con voz propia, incluya su propia mitología y dé suficiente profundidad al mundo como para que se sostenga por sí solo. Esta primera novela es un gran homenaje al legendarium de Tolkien, y por ello condensa su principal obra en un único volumen; también es, sin embargo, el comienzo de una historia totalmente nueva. La referencia y el homenaje presentan ciertos puntos de partida que, tanto en este libro como (espero) en los próximos, el autor sabe (y sabrá) aprovechar como trampolines hacia su propio mundo.

Aunque he echado en falta, sin duda, cierta profundización en los personajes, no en su construcción, sino en sus distintas maneras de hablar (que, más allá de chascarrillos o didascalias, pueden resultar difíciles de distinguir), éstos están muy bien desarrollados. Todos tienen sus motivos, aunque estén ocultos, y explican las acciones que se desarrollan en las páginas de la novela, y las decisiones que toman al final de ésta. Todos se desarrollan de forma pausada y certera, y no es para menos: si la Rueda teje según sus designios nada de lo que ocurra en esta saga, por ínfimo que parezca, ha de ser fortuito. Espero que siga siendo así en los siguientes volúmenes.

Especial mención en su desarrollo, por supuesto, a Rand, el protagonista. Si en El señor de los anillos me cautivaba el tema de la amistad que atravesaba a toda la Compañía, aun cuando estuviera separada, aquí el tema constante es la pérdida de la inocencia. Y es que estos protagonistas no son señores de 50 años como los de Tolkien: son muchachos de apenas una veintena a los que la Rueda, el destino, la vida, les pasa por encima y han de confiar ciegamente en desconocidos para salir con vida.

"¿Por qué?", le le asaltó una duda en lo más recóndito de su conciencia, "¿para que todo acabe como en uno de los cuentos de Thom, en que los héroes encuentran un tesoro y derrotan al malo para vivir luego felices para siempre? Algunas de sus historias no tienen ese final. A veces los protagonistas mueren. ¿Eres acaso un héroe, Rand al'Thor? ¿Eres un héroe, pastor de ovejas?"


La amistad aquí está tratada desde un punto de vista más naíf, más cursi, del mismo modo que la pérdida de la inocencia está casi caricaturizada en la esperanza de Sam por el regreso, o en la inseguridad de Merry en el Pelennor. Así, los temas se invierten, y vemos en algunas citas de Rand cómo es consciente de que nada va a volver a ser igual, vuelva o no a casa después de su aventura, sea o no un héroe (por eso, tal vez, sea el único personaje que no para de mirar atrás en toda la novela; vaya adonde vaya, lamenta siempre no poder darse la vuelta y, además, abandonar su último hogar improvisado).

La tarde estaba ya avanzada cuando cruzaron la población y, al iluminarse sus ventanas, sintió un arrebato de añoranza. "A pesar de su aspecto", susurró una vocecilla en su interior, "no es tu hogar. Aunque entraras en una de esas casas, no encontrarías a Tam allí. Y, si estuviera, ¿te atrverías a mirarlo a la cara? Ahora ya sabes ciertas cosas, ¿no?" [...] "Tan parecida a la tuya y, sin embargo, no la volverás a ver, ¿verdad?"


Una novela monumental, ambiciosa y delicada, un cuento de hadas, sí, de hadas, muy extenso. Tengo muchas ganas de descubrir más sobre este mundo.