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A review by linorris_
La Gran Cacería by Robert Jordan
4.0
La muerte es más liviana que una pluma, el deber más pesado que una montaña.
Esta cita que encabeza la reseña es una que está presente en todo el libro, de principio a fin, sea de manera literal o sea por lo que transmite la propia novela. No me equivocaré si señalo que el principal tema de esta novela es el deber entendido en un sentido muy amplio. El deber como algo que guía y a la vez atrapa a nuestros protagonistas, como una montaña bajo la cual uno sólo puede buscar la mejor postura para no morir aplastado, como me dijo una vez un amigo.
El deber no podemos pensarlo en este mundo separado de la Rueda, que teje según sus propios designios. La Rueda, los ta'veren, los hilos que tejen su historia, apenas tienen elección. El deber de cumplir con la Rueda, sí, pero esto no implica que el deber se cumpla dejándose arrastrar por las Eras; la misión se completa cuando uno reconoce y asume el deber y está presto a cumplirlo, sea cual sea el precio.
Algo así le ocurre a Rand durante toda la novela. Rehúye desesperadamente de su destino, pero ¿para qué? La Rueda teje para él y sabe que no tiene escapatoria. Pero ese tejido está llevando consigo a todas sus relaciones: a sus amigos, a la mujer que ama, a otras personas que se ha encontrado por el camino. Tanto, que cuando se reencuentra con
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Thom MerrilinSpoiler
y para con el resto del mundoCuando comencé esta saga, me pregunté cómo se podría mantener el interés durante tantísimas páginas. Y ahora lo he entendido: aquí vemos cómo nacen los héroes, con la presión de la Rueda (y con algún deus ex machina y con sus miedos, dudas y temores. Vemos cómo hacen elecciones no siempre acertadas, cómo se enfrentan a sus amistades, cómo soportan el dolor. En La Gran Cacería ocurren, por supuesto, sucesos épicos como el que da nombre a la novela, pero es una novela de un ritmo más tranquilo. Tenemos localizaciones más bien estáticas, bien definidas, en las que se desarrolla la acción. Porque la acción no está en el movimiento exterior, en las cosas que ocurren, sino en el interior de todos los personajes, en sus conflictos y en la tarea de asumir que son un Hermano Lobo, una Aes Sedai
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o el mismísimo Dragón RenacidoPor supuesto que hay mucha acción e intriga, pero no me ha parecido ni lo más importante ni lo más disfrutable; antes bien, los momentos de calma y diálogo, de revelaciones, de reflexión, son los que dan peso a esta novela, son los que hacen a los personajes unos seres de carne y hueso en nuestra imaginación. Tal vez por eso la muerte de
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IngtarLos personajes son mucho más profundos, y esta introspección constante es posible gracias a un perfecto equilibrio entre acción y separación de tramas. Aparte de los acontecimientos que motivan a los personajes a través de sus llanuras y nuestras páginas, tenemos hasta cinco tramas bien diferenciadas: 1. Lan y Moraine 2. Egwene y Nynaeve 3. Padan Fain, Domon, Bornhald y los seanchan 4. Rand, Hurin y Loial 5. Mat, Perrin e Ingtar.
Cada trama tiene sus relaciones con todas las demás, sus propias revelaciones y sus propias escenas de acción que acercan a todos a la batalla del final, pero también presenta momentos de reflexión que nos permiten imaginar y anticipar la vastedad que nos queda por leer. Y en todas ellas perseveran el deber y el conflicto. A Jordan le ha sentado estupendamente alejarse del homenaje a Tolkien y dejarnos a nosotros, como lectores privilegiados, un punto de vista lo suficientemente amplio como para tantear con impaciencia, como quien tantea el Saidin o el Saidar, todo lo que está por venir.