A review by fuchsia_groan
El obsceno pájaro de la noche by José Donoso

5.0

Al terminar El obsceno pájaro de la noche me queda la sensación de haber participado en un delirio. He leído cada línea dando por cierta una realidad que ahora me parece imposible, buscando a la vez una interpretación para los datos que no cuadraban, para los personajes que no podían ya estar ahí, para el tiempo retorcido. Una vez formulada en mi cabeza una posible explicación, al poco tiempo la veía inverosímil, con lo que dejaba paso a otra, que venía también a destruirse unas páginas más adelante. Siempre buscando un orden dentro del caos, pero a la vez dejándome llevar, he disfrutado muchísimo esta lectura.

La voz de Mudito nos arrastra, nos hace creer que su fantasía es el mundo real, creemos en la historia que él se ha construído para sí mismo, un mundo hecho a su medida, un paraíso para huir de su realidad. Para nosotros es creíble quizás porque de paraíso no tiene nada, ¿pueden nuestros deseos ser los terrores de otros?, ¿puede alguien fantasear con lo que nosotros consideramos una pesadilla? Sí, supongo que todo depende de la realidad de cada uno.

El obsceno pájaro de la noche es al principio un duermevela, en el que poco a poco van colándose elementos que distorsionan la realidad, que desafían las leyes del espacio (patios y claustros infinitos conectados por pasadizos interminables) y del tiempo (es imposible ordenar los hechos de forma cronológica), entrando de lleno en la lógica de los sueños, en ese caos que solo dormidos tiene sentido.

Es una historia de rumores, de leyendas, de recuerdos alterados, de locura, de sueños incumplidos y verdades que han de olvidarse para poder seguir viviendo. Las diferentes historias se contradicen unas a otras, lo que leemos, lo que pensamos, lo que se deja ver: Mudito nació en la Casa, o Mudito fue un escritor al servicio de los poderosos Azcoitía; Boy, un niño nacido “monstruo” al que su padre le construye un mundo a su medida, o Boy, ser deforme rechazado, olvidado y escondido; Mudito, al frente de La Rinconada, o Mudito, encarcelado en La Rinconada; Iris, niña virgen embarazada, o Iris, niña prostituta; Inés, mujer que convive con la pasión desmesurada de su marido, o Inés, violada cada noche por un marido que intenta engendrar un hijo que no llega... es también una historia de fuerte componente social, una historia de clases, opuestas y dependientes unas de otras, los poderosos siempre necesitados de los más humildes para confirmar su estatus, en la que los siervos ejercen su dominio, incluso desde la opresión: El poder de las viejas es inmenso. No es verdad que las manden a esta casa para que pasen sus últimos días en paz, como dicen ellos. Esto es una prisión, llena de celdas, con barrotes en las ventanas, con un carcelero implacable a cargo de las llaves. Los patrones las mandan encerrar aquí cuando se dan cuenta de que les deben demasiado a estas viejas y sienten pavor porque estas miserables, un buen día, pueden revelar su poder y destruirlos. Los servidores acumulan los privilegios de la miseria... o quizás, en realidad, una historia en la que el humilde no es nadie para el poderoso, nunca más que un objeto, insignificante, poco más que un desecho cuando ya no le sirve.

¿No ve, madre Benita, que lo importante es envolver, que el objeto envuelto no tiene importancia?

Es también la historia de una búsqueda, la de Mudito, o Humberto Peñaloza, de su lucha imposible por ser “alguien” abandonando a quien realmente era (hay tan pocas máscaras...). Derrotado, humillado, pretende crear un imbunche, tapia ventanas, puertas, todo cosido, los ojos, la boca, el culo, el sexo, las narices, los oídos, las manos, las piernas, para refugiarse de los males del mundo, de la realidad, creando su propio ”paraíso”, cada vez más pequeño, más reducido, hasta ser solo imaginación: la verdad puede entrar por cualquier rendija.

Nada, nadie, no soy nada ni nadie.
Ahora que conozco la realidad, sólo lo artificial me interesa.