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lemonqueic 's review for:
Any Way the Wind Blows
by Rainbow Rowell
Creo que no hay spoilers, pero si van a leer el libro, mejor esperen a leer y luego vienen a comparar opiniones. Por si acaso.
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Estaba muy indecisa sobre cómo calificar este libro porque no lo puedo hacer considerando la novela dentro de un género específico solamente. Como literatura de romance me gustó. Hay mucha ternura, algo de fanservice, sí logra en algún episodio provocar angustia y luego te vuelve el corazón al cuerpo y te hace sentir contenta. La pareja protagónica, que se había visto tan desgastada, tan fuera de sincronía en Wayward Son, aquí se vuelve más unida, más cariñosa y abierta al diálogo. Tienes qué dar ciertos permisos, como obviar que hace apenas una semana de los eventos del segundo libro, donde Simon prácticamente había terminado la relación con Baz porque lleva un año con la mente hecha puré y ahora, de repente, tiene la epifanía más veloz y mejor no. Al final, como lector, te dan ganas de pasar por alto el cómo es que llegan a este punto, porque te gustan los personajes y quieres que sean felices y pues ya, lo que sea, es el último libro.
Lo de Penélope se veía venir de manera muy obvia pero también es todo muy intenso y rápido y no alcanzo a tomarle tanto cariño a la pareja. Lo de emparejar a Agatha a fuerzas, porque ya no encaja en el grupo de amigos del colegio y necesitamos aventarla a una relación donde no estorbe, fue un poco raro, debo decir. Innecesario, quizá.
Por otro lado, como literatura fantástica, la historia me queda a deber. Se notó mucho la falta de experiencia de la autora dentro de este género. Los elementos de misterio fueron sembrados de manera cuidadosa y todos prometían. Pero una y otra vez va por ahí dejando hilos sueltos, resolviendo de la manera más plana o apresurada cada situación.
Todavía siento incredulidad de que haya decidido dejar hasta el último episodio el tema del origen de Simon, que era el motivo de todo su conflicto personal. La falta de pertenencia y el desconcierto que sentía, la soledad, la culpa por destruir al único adulto que le había tendido la mano. Todo lo resuelven de una manera que tiene sentido pero es bastante simplona y en menos de cinco páginas. Quizá. Porque para colmo al final resulta que todo esto solo fue insinuado, nadie fue para corroborar nada ya que estaban ahí. Ni hablemos de ese epílogo con Agatha, que en lugar de cerrar algo viene a generar más enigmas. Y que en esta ocasión ya no se vuelve a tocar el tema de los vampiros, que se mostraba como una gran crisis inminente en el segundo libro y que ahora, repentinamente, no importa más. Se hacen una o dos menciones muy veladas y se abren, cómo no, más incógnitas sobre la mortalidad de Baz.
El manejo del personaje de Shepard, en particular, me hace enojar mucho. Lo plantean como alguien con demasiados problemas y conflictos. Buena gente, pero con tendencia a meterse en más líos de los que puede administrar (como Simon). Que Penny se haya empecinado en ayudarle fue parte de su desarrollo para liberarse un poco de esta obsesión de arreglarle la vida a su mejor amigo. Pero ahora va, se lía con él y parece que siempre va a estar salvando a este otro hombre de sus mil y un aprietos con seres sobrenaturales. Y está esto de que pasaron como medio libro sufriendo porque el asunto de sus tatuajes era tan complejo que nadie podía ayudarlos y al final lo solucionaron con un “chinguesumadre, un tecnicismo en el contrato”. Me jalo los pelos.
Creo sinceramente que Baz, Simon y Penny son personajes entrañables, que crecieron bien y con los que me encariñé mucho. Podría leer nuevamente la saga enfocándome solo en ellos, sus sentimientos, sus relaciones y todo bien. Pero como saga de fantasía, la de Simon Snow es una historia deficiente. Esta tercera entrega le queda a deber a toda la trama y al mundo mágico que creó Rowell. Se siente como si estuviera incompleto y a la vez, no quisiera leer un cuarto libro porque ya todo lo que tenía qué decirse se dijo. Mal, pero se dijo.
Tengo este sentimiento extraño de que Wayward Son se reivindicó un poco con este libro. No odio ninguno, pero Carry On fue bastante bueno y ya nunca se alcanzó ese nivel. Al menos se finalizó, que es más de lo que podemos decir de otras obras de mundos mágicos creadas por barbones que no vamos a nombrar aquí.
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Estaba muy indecisa sobre cómo calificar este libro porque no lo puedo hacer considerando la novela dentro de un género específico solamente. Como literatura de romance me gustó. Hay mucha ternura, algo de fanservice, sí logra en algún episodio provocar angustia y luego te vuelve el corazón al cuerpo y te hace sentir contenta. La pareja protagónica, que se había visto tan desgastada, tan fuera de sincronía en Wayward Son, aquí se vuelve más unida, más cariñosa y abierta al diálogo. Tienes qué dar ciertos permisos, como obviar que hace apenas una semana de los eventos del segundo libro, donde Simon prácticamente había terminado la relación con Baz porque lleva un año con la mente hecha puré y ahora, de repente, tiene la epifanía más veloz y mejor no. Al final, como lector, te dan ganas de pasar por alto el cómo es que llegan a este punto, porque te gustan los personajes y quieres que sean felices y pues ya, lo que sea, es el último libro.
Lo de Penélope se veía venir de manera muy obvia pero también es todo muy intenso y rápido y no alcanzo a tomarle tanto cariño a la pareja. Lo de emparejar a Agatha a fuerzas, porque ya no encaja en el grupo de amigos del colegio y necesitamos aventarla a una relación donde no estorbe, fue un poco raro, debo decir. Innecesario, quizá.
Por otro lado, como literatura fantástica, la historia me queda a deber. Se notó mucho la falta de experiencia de la autora dentro de este género. Los elementos de misterio fueron sembrados de manera cuidadosa y todos prometían. Pero una y otra vez va por ahí dejando hilos sueltos, resolviendo de la manera más plana o apresurada cada situación.
Todavía siento incredulidad de que haya decidido dejar hasta el último episodio el tema del origen de Simon, que era el motivo de todo su conflicto personal. La falta de pertenencia y el desconcierto que sentía, la soledad, la culpa por destruir al único adulto que le había tendido la mano. Todo lo resuelven de una manera que tiene sentido pero es bastante simplona y en menos de cinco páginas. Quizá. Porque para colmo al final resulta que todo esto solo fue insinuado, nadie fue para corroborar nada ya que estaban ahí. Ni hablemos de ese epílogo con Agatha, que en lugar de cerrar algo viene a generar más enigmas. Y que en esta ocasión ya no se vuelve a tocar el tema de los vampiros, que se mostraba como una gran crisis inminente en el segundo libro y que ahora, repentinamente, no importa más. Se hacen una o dos menciones muy veladas y se abren, cómo no, más incógnitas sobre la mortalidad de Baz.
El manejo del personaje de Shepard, en particular, me hace enojar mucho. Lo plantean como alguien con demasiados problemas y conflictos. Buena gente, pero con tendencia a meterse en más líos de los que puede administrar (como Simon). Que Penny se haya empecinado en ayudarle fue parte de su desarrollo para liberarse un poco de esta obsesión de arreglarle la vida a su mejor amigo. Pero ahora va, se lía con él y parece que siempre va a estar salvando a este otro hombre de sus mil y un aprietos con seres sobrenaturales. Y está esto de que pasaron como medio libro sufriendo porque el asunto de sus tatuajes era tan complejo que nadie podía ayudarlos y al final lo solucionaron con un “chinguesumadre, un tecnicismo en el contrato”. Me jalo los pelos.
Creo sinceramente que Baz, Simon y Penny son personajes entrañables, que crecieron bien y con los que me encariñé mucho. Podría leer nuevamente la saga enfocándome solo en ellos, sus sentimientos, sus relaciones y todo bien. Pero como saga de fantasía, la de Simon Snow es una historia deficiente. Esta tercera entrega le queda a deber a toda la trama y al mundo mágico que creó Rowell. Se siente como si estuviera incompleto y a la vez, no quisiera leer un cuarto libro porque ya todo lo que tenía qué decirse se dijo. Mal, pero se dijo.
Tengo este sentimiento extraño de que Wayward Son se reivindicó un poco con este libro. No odio ninguno, pero Carry On fue bastante bueno y ya nunca se alcanzó ese nivel. Al menos se finalizó, que es más de lo que podemos decir de otras obras de mundos mágicos creadas por barbones que no vamos a nombrar aquí.