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A review by aranjournal
Vampirs, friquis i tacons d'agulla by Lluís Miret Pastor
4.0
Para reseñar este libro, empezaré explicando cómo llegó a mis manos.
Era día de mercado. El Otoño empezaba a lucir sus mejores galas y la plaza estaba llena de gente. El Sol, aún cuando a la sombra el frío era latente, empezaba a abrasar. En la ciudad en la que vivo, entre parques verdes llenos de árboles, hay un pequeño paseo al lado de un Monasterio Medieval, principal atracción de la ciudad. Al final del paseo, si te desvías un poco, encontrarás un tronco truncado de un antiguo árbol que, enfermo y antes de desaparecer por completo del paisaje, decidieron reconvertir en un lugar de intercambio de libros de segunda mano. Más Hobbitense, imposible.
Viendo que el Sol empezaba a abrasar y la larga cola que me esperaba para mi turno de la parada, no pude resistirme a echar un vistazo (falta decir que soy visitante asidua). Del libro me llamó la atención: su corta longitud, su portada amarilla y su título que, más allá de estar en catalán, ¡mezclaba vampiros, friquis y tacones de aguja!
Lo empecé a leer allí mismo y me enamoré al instante. Me enamoré de la narración valenciana, me enamoré del tema del libro y me enamoré del tono ligero con el que se trata la trama; al fin y al cabo, la protagonista nos informa que va a morir a manos de un vampiro milenario. Como quien no quiere cosa.
Gran parte del libro la leí en voz alta, narrándolo cual obra de teatro. Y es que esta novela corta tiene todo lo que necesita una buena historia para triunfar en el teatro al más puro estilo Wilde con su Fantasma de Canterville. Mezclando lore con humor, Lluís Miret Pastor ha conseguido ganarme con esta historia de maldiciones familiares, un vampiro algo escurridizo y dos hermanas protagonistas más distintas que el agua al aceite.
No podría haber elegido mejor momento para encontrar y sumergirme en esta cautivadora historia.
Era día de mercado. El Otoño empezaba a lucir sus mejores galas y la plaza estaba llena de gente. El Sol, aún cuando a la sombra el frío era latente, empezaba a abrasar. En la ciudad en la que vivo, entre parques verdes llenos de árboles, hay un pequeño paseo al lado de un Monasterio Medieval, principal atracción de la ciudad. Al final del paseo, si te desvías un poco, encontrarás un tronco truncado de un antiguo árbol que, enfermo y antes de desaparecer por completo del paisaje, decidieron reconvertir en un lugar de intercambio de libros de segunda mano. Más Hobbitense, imposible.
Viendo que el Sol empezaba a abrasar y la larga cola que me esperaba para mi turno de la parada, no pude resistirme a echar un vistazo (falta decir que soy visitante asidua). Del libro me llamó la atención: su corta longitud, su portada amarilla y su título que, más allá de estar en catalán, ¡mezclaba vampiros, friquis y tacones de aguja!
Lo empecé a leer allí mismo y me enamoré al instante. Me enamoré de la narración valenciana, me enamoré del tema del libro y me enamoré del tono ligero con el que se trata la trama; al fin y al cabo, la protagonista nos informa que va a morir a manos de un vampiro milenario. Como quien no quiere cosa.
Gran parte del libro la leí en voz alta, narrándolo cual obra de teatro. Y es que esta novela corta tiene todo lo que necesita una buena historia para triunfar en el teatro al más puro estilo Wilde con su Fantasma de Canterville. Mezclando lore con humor, Lluís Miret Pastor ha conseguido ganarme con esta historia de maldiciones familiares, un vampiro algo escurridizo y dos hermanas protagonistas más distintas que el agua al aceite.
No podría haber elegido mejor momento para encontrar y sumergirme en esta cautivadora historia.