A review by remocpi
Gente de barro by David Brin

5.0

La historia narra las peripecias de un detective en un futuro no muy lejano, en una sociedad totalmente transformada por una nueva tecnología, la golemtecnología. Es posible en este futuro “imprimir” o imprintar copias de cerámica de uno mismo (llamados golems o ídems), que pueden dedicarse a hacer las tareas que se les encomienden, mientras el yo real, el de carne, se dedica a lo que le plazca. Hay copias de varios precios y calidades. los verdes baratos, aptos para limpiar el baño y cortar el césped (y algo más, pero no adelantaremos nada), los grises sobrios de alta calidad, los ébano cerebrales… Las copias viven un día, al final del cual pueden descargar los recuerdos en su original. Es posible de esta manera vivir varias vidas a la vez. El autor dedica bastante rato a explicar Y explicar muy bien) qué cambios produciría una tecnología así en la sociedad. Nos cuenta qué ocurre con los grupos fundamentalistas, con las leyes para golems, con el día a día de la gente, con las nuevas perversiones y diversiones que ofrece una sociedad así…

Nuestro detective, Albert Morris, especialista en violaciones de copyright (tranquilos, no es de la $GA€), se ve involucrado en un caso que será más grande de lo que había imaginado al principio. Bueno, en realidad se ve involucrado en tres casos simultáneamente, por lo que tiene a tres ídems trabajando en paralelo. Cada pista le(s) conducirá a algo mayor, hasta que llegamos a descubrir el vasto paisaje de lo que se oculta tras las levedades que investigaban los idAlberts al principio. El tratamiento formal de un ídem es añadirle un id al principio, por lo que los golems de nuestro protagonista son siempre llamados idAlbert o idMorris. Al prota humano se le lama todo el rato realAlbert. Está en todo, el autor.

La novela es estupenda. Es un relato de detectives que parodia en ocasiones a los relatos de detectives. En un punto de la novela el protagonista reflexiona sobre por qué no ha llamado a la policía, y se dice que todas las pelis de misterio o terror dejarían de exisitir si los protagonistas hicieran lo que deben hacer desde el principio: llamar a la poli. Pero él tampoco llama . El ritmo está bien llevado, con la posible excepción del final (qué difícil es hacer un buen final de novela), en la que se suceden una tras otra bastantes explicaciones de física cuántica (ondas de probabilidad resonantes, estados entrelazados, interferencia entre funciones de estado) mezcladas con conceptos de psicología que hacen un batiburrillo difícilmente comprensible. Pero cuando acaban esas explicaciones, la novela se propulsa de nuevo hacia su grand finale.

Hay alguna referencia clara al Mundo feliz de Huxley, como cuando habla de los trabajadores baratos, que ni sienten ni piensan, llamados epsilones (igual que en la novela de Huxley), y alguna otra referencia humorística que me arrancó una sonrisa:
Una cosa es ver la muerte venir a manos de tu creación. Eso forma parte de la tradición épica humana, después de todo. Edipo y su padre. El barón Frankenstein y su monstruo. William Henry Gates y Windows ’09…

Me ha encantado. Ciencia ficción de la buena. Mi nota: Muy, muy buena.