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rosa44 's review for:
Lo que no tiene nombre
by Piedad Bonnett
challenging
dark
emotional
mysterious
reflective
sad
tense
fast-paced
"En mi afán de penetrar en la muerte me he volcado de inmediato sobrelos libros; pero no sobre aquellos consoladores, los que nos invitan a conectar con el momento presente o a reconciliarnos con el pasado, sino sobre los que hurgan en la enfermedad mental, el suicidio, la experiencia del duelo."
"Instalada como estoy en la reflexión, siento de pronto, sin embargo, que Daniel se me escapa, que lo he perdido, que de momento no me duele. Me asusto, siento culpa. ¿Es que acaso he empezado a olvidarlo? ¿Es que ingresaya al pasado, que empieza a desdibujarse? Entonces cierro los ojos y lo convoco con desesperación, lo hago nacer entre la bruma de la memoria."
"¿En qué sorteo se decidió, pues, el destino de Daniel? ¿Cómo fueronllevándolo a la muerte las distintas jugadas de esta lotería pavorosa que se vio obligado a jugar desde niño?"
"Como en la pérdida amorosa, después del suicidio de la persona querida la mente vuelve una y otra vez sobre el hecho mismo, siempre en vilo sobre un abismo de ansiedad y desconcierto. Porque en el corazón del suicidio, aun en los casos en que se deja una carta aclaratoria, hay siempre un misterio, un agujero negro de incertidumbre alrededor del cual, como mariposas enloquecidas, revolotean las preguntas."
"Mi primera reacción después de la muerte de Daniel ha sido tratar decomprender. Los que están a mi lado, tal vez más sabiamente que yo, se contentan con aceptar. Así es. Fue. Sucedió. Fue la enfermedad, dicen. Pero yo sé que había algo más allá del trastorno: una lucidez suficiente como para querer morir. Quisiera poder saber —aunque no sé bien para qué— cuánto duró su vacilación, de qué magnitu fue su sufrimiento, qué opciones contempló, cuándo empezó a estrecharse el cerco. "
«Desgarradura»
Otra vez sales de mí, pequeño, mi sufriente.
Otra vez miras todo con mirada reciente,
y llenas tus pulmones con el aire gozoso.
Ya no lloras.
El mundo, de momento, no te duele.
Todo es tibio esta vez, caricia pura,
como una prolongada primavera.
Ignoras
mi útero vacío, mi sangrado.
Desconoces
que el grito de dolor de parturienta
va hacia adentro y se asfixia, sofocado,
para que no trastorne
el silencio que ronda por la casa
como una mosca azul resplandeciente.
Mis manos ya no pueden cobijarte.
Sólo decirte adiós como en los días
en que al girar, ansioso, tu cabeza,
mi sonrisa se abría detrás de la ventana
para encender la tuya. Cuando todo
era sencillo transcurrir, no herida,
ni entraña expuesta, ni desgarradura.
"Instalada como estoy en la reflexión, siento de pronto, sin embargo, que Daniel se me escapa, que lo he perdido, que de momento no me duele. Me asusto, siento culpa. ¿Es que acaso he empezado a olvidarlo? ¿Es que ingresaya al pasado, que empieza a desdibujarse? Entonces cierro los ojos y lo convoco con desesperación, lo hago nacer entre la bruma de la memoria."
"¿En qué sorteo se decidió, pues, el destino de Daniel? ¿Cómo fueronllevándolo a la muerte las distintas jugadas de esta lotería pavorosa que se vio obligado a jugar desde niño?"
"Como en la pérdida amorosa, después del suicidio de la persona querida la mente vuelve una y otra vez sobre el hecho mismo, siempre en vilo sobre un abismo de ansiedad y desconcierto. Porque en el corazón del suicidio, aun en los casos en que se deja una carta aclaratoria, hay siempre un misterio, un agujero negro de incertidumbre alrededor del cual, como mariposas enloquecidas, revolotean las preguntas."
"Mi primera reacción después de la muerte de Daniel ha sido tratar decomprender. Los que están a mi lado, tal vez más sabiamente que yo, se contentan con aceptar. Así es. Fue. Sucedió. Fue la enfermedad, dicen. Pero yo sé que había algo más allá del trastorno: una lucidez suficiente como para querer morir. Quisiera poder saber —aunque no sé bien para qué— cuánto duró su vacilación, de qué magnitu fue su sufrimiento, qué opciones contempló, cuándo empezó a estrecharse el cerco. "
«Desgarradura»
Otra vez sales de mí, pequeño, mi sufriente.
Otra vez miras todo con mirada reciente,
y llenas tus pulmones con el aire gozoso.
Ya no lloras.
El mundo, de momento, no te duele.
Todo es tibio esta vez, caricia pura,
como una prolongada primavera.
Ignoras
mi útero vacío, mi sangrado.
Desconoces
que el grito de dolor de parturienta
va hacia adentro y se asfixia, sofocado,
para que no trastorne
el silencio que ronda por la casa
como una mosca azul resplandeciente.
Mis manos ya no pueden cobijarte.
Sólo decirte adiós como en los días
en que al girar, ansioso, tu cabeza,
mi sonrisa se abría detrás de la ventana
para encender la tuya. Cuando todo
era sencillo transcurrir, no herida,
ni entraña expuesta, ni desgarradura.