Take a photo of a barcode or cover
mcfrenret 's review for:
Los cazadores de mamuts
by Jean M. Auel
Título alternativo: Tropecientas páginas de Melodrama Innecesario al Cubo. O Jondalar tiene el rango emocional de un niño de dos años. O Jondalar se ofende con Ayla porque él no quiere hablar con ella (en su cabeza suena la mar de lógico).
No sé si fue un reto personal de Auel el escribir libros excesivamente largos sólo porque sí o en la editorial le exigían un mínimo de palabras para su publicación, pero la constante repetición de hechos ocurridos en los libros anteriores o incluso 50 páginas atrás es un pe-ña-zo, así como la cantidad de descripciones innecesarias que tiene (una cosa es ambientación, otra soltar datos inútiles a punta pala). ¿Nadie le dijo a esta señora que se estaba pasando? ¿Que había cosas más importantes que desarrollar en vez de repetir lo maravillosa que es Ayla, qué pasó con Durc, cómo aprendió de Iza a ser curandera o cómo domesticó a sus animales?
Estos libros tienen un gran potencial, pero es que flojean por mil lados. ¿Dónde estaba el editor, escaqueándose del trabajo? Porque toda la trama de los Mamutoi, el contraste de su cultura con la del Clan, sus personajes y cómo aceptan a Ayla entre ellos es una verdadera maravilla, pero las parrafadas de más y El Melodrama le resta un buen puñado de puntos.
Porque El Melodrama en sí mismo es un gran NO.
Tanta incontinencia verbal de la autora y es incapaz de desarrollar una relación romántica creíble entre los protagonistas. Ni relación en sí, ni base que pueda soportar el conflicto y su resolución. Te tienes que creer que Ayla y Jondalar se quieren con la fuerza de mil soles porque, si no, no hay historia. Compro, porque no me queda otra, pero no me lo trago.
Jondalar es un verdadero capullo, se supone que te tiene que caer bien porque es el coprotagonista, pero es de lo peor del libro. Llegó un momento en el que deseé que Ayla le mandara a paseo por fin de una vez (los mandara a los dos y se buscara a otro, en realidad, porque Ranec también meh). Lo único que tiene sentido de su relación es que ella se sentía tan unida a él porque fue el primer hombre «de los Otros» que conoció y que le dio un poco de cariño después de estar tanto tiempo sola. Y eso me da una grima del 15 pa' 16, y es una razón horrible para comprometerte con otra persona. Pero, claro, esto es ficción romántica, qué esperas (pppfff).
Es curioso cómo los años y la experiencia te hace ver las cosas desde otra perspectiva completamente distinta. Recuerdo que en su momento este libro era mi favorito y todo me parecía románticamente coherente. Jondalar me caía bien y me daba mucha lástima por todo lo que sufre por su amor por Ayla. En cambio con la relectura me ha dado cero pena y ganas cien de hostiarle hasta que se le cayera la barba pelo a pelo. Por capullo, por ser un Don Penas y por cobarde.
Que no entiendo a cuento de qué viene el triángulo amoroso (bueno, sí, porque se supone que Jondalar necesita crecer emocionalmente, que falta le hacía, pero, ¿en serio? ¿Así? ¿No hay más maneras de meter conflictos en una relación?), ni por qué Ayla se sentía atraída por Ranec (que otro que tal, qué personaje más plano y más soso, y su supuesto amor por Ayla está ahí de pega, porque ni metido con calzador), ni por qué Jondalar se sentía amenazado (ugh) por él.
¿Por qué? ¿Por qué destrozan la historia de esta manera, por qué? Es muy frustrante.
Si el libro se salva es porque tiene una panda de personajes maravillosos y fantásticos alrededor de los protagonistas que son un gustazo de leer. Del primero al último. No recordaba a Rydag. Ni a Talut. Ni a Deegie. Ni a Nezzie. Ni a Tulie. Ni al Mamut. Ni al resto. Ha sido genial volver a conocerlos de nuevo, y sólo por ellos el libro merece un poco la pena.
No sé si fue un reto personal de Auel el escribir libros excesivamente largos sólo porque sí o en la editorial le exigían un mínimo de palabras para su publicación, pero la constante repetición de hechos ocurridos en los libros anteriores o incluso 50 páginas atrás es un pe-ña-zo, así como la cantidad de descripciones innecesarias que tiene (una cosa es ambientación, otra soltar datos inútiles a punta pala). ¿Nadie le dijo a esta señora que se estaba pasando? ¿Que había cosas más importantes que desarrollar en vez de repetir lo maravillosa que es Ayla, qué pasó con Durc, cómo aprendió de Iza a ser curandera o cómo domesticó a sus animales?
Estos libros tienen un gran potencial, pero es que flojean por mil lados. ¿Dónde estaba el editor, escaqueándose del trabajo? Porque toda la trama de los Mamutoi, el contraste de su cultura con la del Clan, sus personajes y cómo aceptan a Ayla entre ellos es una verdadera maravilla, pero las parrafadas de más y El Melodrama le resta un buen puñado de puntos.
Porque El Melodrama en sí mismo es un gran NO.
Tanta incontinencia verbal de la autora y es incapaz de desarrollar una relación romántica creíble entre los protagonistas. Ni relación en sí, ni base que pueda soportar el conflicto y su resolución. Te tienes que creer que Ayla y Jondalar se quieren con la fuerza de mil soles porque, si no, no hay historia. Compro, porque no me queda otra, pero no me lo trago.
Jondalar es un verdadero capullo, se supone que te tiene que caer bien porque es el coprotagonista, pero es de lo peor del libro. Llegó un momento en el que deseé que Ayla le mandara a paseo por fin de una vez (los mandara a los dos y se buscara a otro, en realidad, porque Ranec también meh). Lo único que tiene sentido de su relación es que ella se sentía tan unida a él porque fue el primer hombre «de los Otros» que conoció y que le dio un poco de cariño después de estar tanto tiempo sola. Y eso me da una grima del 15 pa' 16, y es una razón horrible para comprometerte con otra persona. Pero, claro, esto es ficción romántica, qué esperas (pppfff).
Es curioso cómo los años y la experiencia te hace ver las cosas desde otra perspectiva completamente distinta. Recuerdo que en su momento este libro era mi favorito y todo me parecía románticamente coherente. Jondalar me caía bien y me daba mucha lástima por todo lo que sufre por su amor por Ayla. En cambio con la relectura me ha dado cero pena y ganas cien de hostiarle hasta que se le cayera la barba pelo a pelo. Por capullo, por ser un Don Penas y por cobarde.
Que no entiendo a cuento de qué viene el triángulo amoroso (bueno, sí, porque se supone que Jondalar necesita crecer emocionalmente, que falta le hacía, pero, ¿en serio? ¿Así? ¿No hay más maneras de meter conflictos en una relación?), ni por qué Ayla se sentía atraída por Ranec (que otro que tal, qué personaje más plano y más soso, y su supuesto amor por Ayla está ahí de pega, porque ni metido con calzador), ni por qué Jondalar se sentía amenazado (ugh) por él.
¿Por qué? ¿Por qué destrozan la historia de esta manera, por qué? Es muy frustrante.
Si el libro se salva es porque tiene una panda de personajes maravillosos y fantásticos alrededor de los protagonistas que son un gustazo de leer. Del primero al último. No recordaba a Rydag