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amcroce 's review for:
A Tale of Two Cities
by Charles Dickens
Debo confesar que se me hizo difícil, tal vez porque no leí mucha novela clásica, tal vez porque me quise hacer el canchero leyendo una novela en el inglés del 1800 (apenas puedo leer en español), o porque me perdí un poco en el contexto de París y Londres en la revolución francesa; pero me obligué a terminarla... y la disfruté.
No soy un gran lector, tampoco se mucho de historia, pero me transporté cada vez que me ponía a leer sobre la vida de los Manette, y de la intrincada, casi telenovelesca relación con Charles y los Defarge.
Disfruté de los personajes, incluso del personaje de la Guillotina, de algunas vueltas que no esperaba en la trama (no sabia nada de la novela en lo previo), y, que lo vi venir y lo quise negar en mi mente, pero llegó... una demostración de amor prácticamente irreal, que por más que sea un relato repetido, no deja de emocionar.
No soy un gran lector, tampoco se mucho de historia, pero me transporté cada vez que me ponía a leer sobre la vida de los Manette, y de la intrincada, casi telenovelesca relación con Charles y los Defarge.
Disfruté de los personajes, incluso del personaje de la Guillotina, de algunas vueltas que no esperaba en la trama (no sabia nada de la novela en lo previo), y
Spoiler
del sacrificio final de SydneyAbove all, one hideous figure grew as familiar as if it had been before the general gaze from the foundations of the world—the figure of the sharp female called La Guillotine. It was the popular theme for jests; it was the best cure for headache, it infallibly prevented the hair from turning grey, it imparted a peculiar delicacy to the complexion, it was the National Razor which shaved close: who kissed La Guillotine, looked through the little window and sneezed into the sack. It was the sign of the regeneration of the human race. It superseded the Cross. Models of it were worn on breasts from which the Cross was discarded, and it was bowed down to and believed in where the Cross was denied.