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A review by ceciliannyl
La edad de la inocencia by Edith Wharton
5.0
La historia sigue a Newland Archer, un abogado aristocrático que está comprometido con la dulce y convencional May Welland. Desde el principio, es evidente que Newland valora la seguridad y las expectativas que la sociedad ha impuesto, pero también se siente atrapado por ellas.
Todo cambia con la llegada de Ellen Olenska, la prima de May, que vuelve a Nueva York tras un escandaloso intento de divorcio en Europa. Ellen es diferente a cualquier otra mujer que Newland haya conocido: es independiente, franca y, sobre todo, desafiante de las rígidas normas sociales que él ha acatado toda su vida. Desde el momento en que Ellen entra en escena, Newland se siente irresistiblemente atraído por su espíritu libre y su capacidad para cuestionar las convenciones sociales.
A medida que Newland y Ellen se ven cada vez más envueltos en una relación que desafía las normas de su sociedad, él empieza a cuestionar sus propias creencias y deseos. Newland se debate entre su deber hacia May y su pasión por Ellen. Aunque sus sentimientos por Ellen son profundos y sinceros, la presión de su entorno y su sentido del deber lo mantienen atado a su compromiso con May.
La narración de Wharton me hizo sentir la opresión de la sociedad de Nueva York, donde cada acción y cada palabra son juzgadas con dureza. Newland se encuentra en una encrucijada emocional y moral, atrapado entre el amor verdadero y las expectativas sociales. Wharton describe con maestría la hipocresía y la rigidez de una clase alta que se aferra desesperadamente a sus tradiciones, a pesar de que el mundo está cambiando a su alrededor.
El clímax de la historia llega cuando Newland decide finalmente romper con todo y seguir a Ellen a Europa. Sin embargo, en un giro del destino, Ellen decide dejar Nueva York y regresar a Europa sin él, para no destruir su vida y la de May. Este sacrificio de Ellen, aunque noble, deja a Newland devastado y atrapado en un matrimonio sin amor con May. Con el tiempo, Newland se resigna a su destino, dedicando su vida a su familia y a cumplir con sus deberes sociales, aunque siempre con la sombra de lo que podría haber sido.
El epílogo de la novela, ambientado años después, muestra a un Newland mayor, con hijos ya adultos. Se me encogió el corazón al leer cómo Newland, a pesar de haber vivido una vida plena y respetable, sigue albergando en su corazón el recuerdo de Ellen y el amor no consumado que compartieron. Al final, decide no encontrarse con ella nuevamente, prefiriendo preservar el recuerdo de lo que fueron, en lugar de enfrentarse a la realidad de lo que se han convertido.
Todo cambia con la llegada de Ellen Olenska, la prima de May, que vuelve a Nueva York tras un escandaloso intento de divorcio en Europa. Ellen es diferente a cualquier otra mujer que Newland haya conocido: es independiente, franca y, sobre todo, desafiante de las rígidas normas sociales que él ha acatado toda su vida. Desde el momento en que Ellen entra en escena, Newland se siente irresistiblemente atraído por su espíritu libre y su capacidad para cuestionar las convenciones sociales.
A medida que Newland y Ellen se ven cada vez más envueltos en una relación que desafía las normas de su sociedad, él empieza a cuestionar sus propias creencias y deseos. Newland se debate entre su deber hacia May y su pasión por Ellen. Aunque sus sentimientos por Ellen son profundos y sinceros, la presión de su entorno y su sentido del deber lo mantienen atado a su compromiso con May.
La narración de Wharton me hizo sentir la opresión de la sociedad de Nueva York, donde cada acción y cada palabra son juzgadas con dureza. Newland se encuentra en una encrucijada emocional y moral, atrapado entre el amor verdadero y las expectativas sociales. Wharton describe con maestría la hipocresía y la rigidez de una clase alta que se aferra desesperadamente a sus tradiciones, a pesar de que el mundo está cambiando a su alrededor.
El clímax de la historia llega cuando Newland decide finalmente romper con todo y seguir a Ellen a Europa. Sin embargo, en un giro del destino, Ellen decide dejar Nueva York y regresar a Europa sin él, para no destruir su vida y la de May. Este sacrificio de Ellen, aunque noble, deja a Newland devastado y atrapado en un matrimonio sin amor con May. Con el tiempo, Newland se resigna a su destino, dedicando su vida a su familia y a cumplir con sus deberes sociales, aunque siempre con la sombra de lo que podría haber sido.
El epílogo de la novela, ambientado años después, muestra a un Newland mayor, con hijos ya adultos. Se me encogió el corazón al leer cómo Newland, a pesar de haber vivido una vida plena y respetable, sigue albergando en su corazón el recuerdo de Ellen y el amor no consumado que compartieron. Al final, decide no encontrarse con ella nuevamente, prefiriendo preservar el recuerdo de lo que fueron, en lugar de enfrentarse a la realidad de lo que se han convertido.