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monica_andrea 's review for:
El Consentimiento
by Vanessa Springora
Es un tema del que estaba muy informada, porque lo investigué para "Entonces, me abrazó". Ya en ese momento, al leer artículos psicológicos, me dio bronca.
Pero hay una gran diferencia entre esos artículos, en que las experiencias se vuelven casos, o en la ficción, que podemos dar un paso atrás, alejarnos y pensar: "¿será tan así?", con esto.
El consentimiento es un libro testimonial, V. no es un personaje ficticio. Es ella, la víctima, y relata a un depredador real, como tantos otros. Eso hace que se vuelva carne, que sea imposible mantenerse inmune. El impacto es mayor. Atravesamos todas las etapas de la manipulación, junto con todos los abusos, la responsabilidad social, el abandono, el estigma, los traumas y la resiliencia...
De más está decir que está muy bien escrito. Se lee rapidísimo (Lo empecé y terminé en el día). No cae en morbos ni en golpes bajos; es duro, sí, pero no intenta ser crudo. La realidad pesa por sí misma, no necesita ser exagerada para conseguir transmitir lo que es: una violencia invisible, silenciosa, naturalizada que no tiene la estridencia de una violación callejera y que, por eso, en ocasiones, es menos evidente para la víctima, para el victimario (que hasta se cree víctima) y para la sociedad, testigo silenciosa.
Pero hay una gran diferencia entre esos artículos, en que las experiencias se vuelven casos, o en la ficción, que podemos dar un paso atrás, alejarnos y pensar: "¿será tan así?", con esto.
El consentimiento es un libro testimonial, V. no es un personaje ficticio. Es ella, la víctima, y relata a un depredador real, como tantos otros. Eso hace que se vuelva carne, que sea imposible mantenerse inmune. El impacto es mayor. Atravesamos todas las etapas de la manipulación, junto con todos los abusos, la responsabilidad social, el abandono, el estigma, los traumas y la resiliencia...
De más está decir que está muy bien escrito. Se lee rapidísimo (Lo empecé y terminé en el día). No cae en morbos ni en golpes bajos; es duro, sí, pero no intenta ser crudo. La realidad pesa por sí misma, no necesita ser exagerada para conseguir transmitir lo que es: una violencia invisible, silenciosa, naturalizada que no tiene la estridencia de una violación callejera y que, por eso, en ocasiones, es menos evidente para la víctima, para el victimario (que hasta se cree víctima) y para la sociedad, testigo silenciosa.