A review by junypaganmd
As Nature Made Him: The Boy Who Was Raised as a Girl by John Colapinto

4.0

He leído muchas veces sobre el caso de Bruce/Brenda/David Reimer, pero nunca me había sentado a leer su historia, documentada aquí. Muy, muy fuerte. Me puse mentalmente en su situación mientras leía y me sentí bastante mal; no puedo ni imaginar cómo se sintió él a lo largo de su vida. No es lo mismo leer por encima su caso citado en otros lugares, por muchas veces que sea, que leer prácticamente todos los detalles de su vida. Y pensar que muchos todavía creen que la socialización tiene más poder que nuestra naturaleza, que nuestra biología, y actúan para que sea verdad. La teoría conductista de la socialización y la tabula rasa, puestas como pilares, han dañado muchas vidas.

Después de leer el libro tenía que resumir la historia y compartirla con los demás. Así que aquí está (spoiler).

Spoiler
Bruce nació varón, tal y como la naturaleza pretendía. Pero una circuncisión chapucera dejó sus genitales destrozados. Sus padres, desesperados por dar a su hijo la mejor vida posible, consultaron a John Money, un psiquiatra de la Universidad Johns Hopkins conocido por su interés en el género y el comportamiento sexual. Money quería poner a prueba un experimento basado en una teoría que estaba de moda en los años 60. Esta teoría dice que nuestra identidad no es biológica, innata, sino solo un producto de la socialización y la cultura: «eres como actúas, y la socialización, la cultura y la educación triunfan sobre la naturaleza», «dame a tu hijo desde pequeño y haré que se convierta como yo lo eduque: un atleta de élite, un empresario de éxito, un homosexual». Así que decidieron castrar a Bruce y criarlo como una niña. Una niña llamada Brenda: Brenda Reimer.

David Reimer se suicidó. Lo hizo en el aparcamiento de un supermercado con una escopeta de cañones recortados. Tomó esa decisión tras una fuerte discusión con su esposa. Desde muy joven, su vida fue un infierno. Su infancia y su juventud fueron una farsa. Estaba atrapado en una identidad impuesta que no era la suya, una identidad superficial que le llevó a episodios de locura. «Eres una niña». «Actúa como si fueras una niña». «No hagas eso, Brenda; eres una niña y las niñas no hacen eso». «Tienes que besar a los chicos y casarte con un hombre». «Brenda hazte la operación vaginal, hazte la operación vaginal, hazte la operación vaginal…».

Los fantasmas no paraban de susurrarle al oído. ¿Actuar como una niña? ¿No hagas eso? Pero, ¿por qué? ¿Besar a los chicos y casarme con un hombre? ¡Si no me gustan! Espera, ¿soy una niña? ¡Pero si soy un niño! ¿No se han dado cuenta? Siempre lo he sido. Unos catorce años después de la castración y de una vida horrible, Brenda comenzó a poner fin a la farsa. Lo rechazó todo y decidió ser como había nacido: un niño, un varón.

Actuar sin superficialidad como un chico. Hacer lo que le estaba prohibido porque se suponía que «las niñas no hacen eso». Besar —por su heterosexualidad— solo a chicas y casarse con una. Rechazar la operación vaginal. Rechazar una identidad que no era la suya. Se cambió el nombre por el de David. Intentó rehacer su vida, y al principio parecía que las cosas iban a acabar bien. También decidió casarse con Jane y ser feliz con ella. Pero las cicatrices, tanto físicas como psicológicas, seguían ahí.

A menos que volviera a nacer, era imposible curarlas. Los pensamientos de su infancia y adolescencia seguían como fantasmas de oscuridad en su cabeza. La culpa, el resentimiento, el trauma. Era imposible. Empezó a pensar en su horrible pasado y se obsesionó con las dificultades de su incierto futuro. Pronto se encontró con preocupaciones y dificultades económicas. Tuvo problemas con su esposa y su matrimonio, que acabaron con ella pidiéndole que se distanciara. Y, para desbordar la copa, su hermano gemelo y compañero de toda la vida, el que tuvo la suerte de no ser el primero en la fila de la circuncisión y perder su pene y ser criado y tratado con imposiciones superficiales durante prácticamente toda la vida, murió de repente.

«Brenda, la operación vaginal, la operación vaginal, hazte la operación vaginal...». Brenda: el mayor fantasma de su cabeza, que le robó su infancia y parte de su adolescencia, y que ahora también quería robarle la edad adulta.

«“Le dije: ‘David, te amo’”, recuerda Jane. “Pero viendo todo el patrón, ahora veo que él se sentía fracasado. Decía que nos había fallado […] por el dinero que había perdido en el campo de golf”. Pero su sensación de fracaso era mucho más profunda que eso: se remontaba a la lesión de orina [razón por la que fue circuncidado] a la edad de ocho meses que puso la vida de David en su desastroso curso. “Esa noche él se puso a llorar […] Le dije: ‘Te amo. Cuando me casé contigo tomé esa decisión’”». Pero David no pudo oír o no creyó las palabras consoladoras de Jane y salió de la casa llorando, cansado, pienso, de su vida.

Después de un rato, David volvió a la casa que compartía con Jane y recogió una escopeta que él tenía en el garaje. «Allí aserró el cañón con la terrible y metódica fijeza del suicida. Luego condujo hasta el aparcamiento cercano de una tienda de comestibles, aparcó, levantó el arma y, espero, puso fin a sus sufrimientos para siempre».


He omitido detalles clave que hicieron de su vida un infierno. Les recomiendo que lean su historia en este libro que la documenta muy bien.