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laurasoto 's review for:
Una educación
by Tara Westover
Se me acabaron los post-its y todavía no había terminado el libro. Bien lo decía la autora, lo difícil no era salir de ese entorno intrincado de Buck's Peak, lo difícil es que todo lo aprendido en el desguace, se separara de ella.
Sentía un escalofrío cada que me acordaba que esto no era un libro de ficción sino la vida, relatada con toda la honestidad que un relato tan cruento puede tener, de su autora.
La privación de la protección paterna y materna, de la educación, de la medicina que lleva años haciéndose más efectiva para evitar dolor y sufrimiento innecesario, de una hermandad sana. Todo eso reflejado en Tara sentada en un aula universitaria preguntando, con toda la ingenuidad de alguien completamente amordazado por las imposiciones familiares, qué era el holocausto. Esa escena me rompió el alma.
Había capítulos y reflexiones que no podía dejar de subrayar. Por que entendía que esos escritos eran frutos de convertir el dolor en algo más grande y por encima de la capacidad de entendimiento de cualquier doctrina, eran los deliciosos higos (Sylvia, te aprecio) de una educación.
La vida académica siempre ha sido mi plan y, aún más, cuando entiendo que es un privilegio que me pudo ser negado y del que tengo que agradecer diariamente.
Sentía un escalofrío cada que me acordaba que esto no era un libro de ficción sino la vida, relatada con toda la honestidad que un relato tan cruento puede tener, de su autora.
La privación de la protección paterna y materna, de la educación, de la medicina que lleva años haciéndose más efectiva para evitar dolor y sufrimiento innecesario, de una hermandad sana. Todo eso reflejado en Tara sentada en un aula universitaria preguntando, con toda la ingenuidad de alguien completamente amordazado por las imposiciones familiares, qué era el holocausto. Esa escena me rompió el alma.
Había capítulos y reflexiones que no podía dejar de subrayar. Por que entendía que esos escritos eran frutos de convertir el dolor en algo más grande y por encima de la capacidad de entendimiento de cualquier doctrina, eran los deliciosos higos (Sylvia, te aprecio) de una educación.
La vida académica siempre ha sido mi plan y, aún más, cuando entiendo que es un privilegio que me pudo ser negado y del que tengo que agradecer diariamente.