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alternbruno 's review for:
El Complot Mongol
by Rafael Bernal
El escenario elegido para desarrollar el relato son los años sesenta. Durante ese tiempo la Guerra Fría estaba en su apogeo y las conspiraciones a la orden del día. El movimiento bajo lo secreto y su consecuente duplicidad era moneda corriente. Bernal logra transparentar todo eso en un México que estaba intentando ser presentable y diplomático ante la comunidad internacional.
Logra hacer una imagen vívida del México bajo la dermis. Levanta el relieve utilizando el recurso magnífico de la novela negra para sutilmente denunciar que el espionaje es algo de las potencias mundiales. Es por ello que el personaje de Filiberto García es memorable. Representa no sólo el matón o el pistolero, sino la vieja guardia postrevolucionaria.
La manera en la que García te amarra a sus piensos y te lleva por sus peripecias es agilísimo. Las relaciones que construye con sus superiores, con los agentes de uno u otro lado y con el mundo cotidiano relucena la par verosimilitud y ridiculez en el mejor de los sentidos.
Con ese humor pesado que es cinismo, ironía y sarcasmo la historia es también una suerte de memoria sobre las leyes y las formas más o menos diplomáticas. Sobre la norma de la muerte y la transición de los que se ensucian las manos por seguir órdenes. La plátic que tiene con el Licenciado sobre como su padre, abogado igual que él obedecen a dos ethos distintos, es ya por sí misma reveladora. Sin embargo, hay otro momento imprescindible.
En la conversación que sostiene con el Coronel y Del Valle hay un despliegue muy inteligente donde se intersecta lo político, lo histórico y lo novelado sin sacrificar nada: ni el ritmo, ni la temática, ni la estructura. Es formidable porque en ese pasaje Del Valle no deja de insistir en la importancia de descubrir el complot y al hacerlo elabora un discurso sobre el patriotismo y compara a García con los Centauros del Norte que hicieron la Revolución.
Filiberto García contesta en su diálogo !Pinche señor del Valle! De a mucho discurso de fiestas patrias y toda la cosa." Acto seguido ratifica estar seguro no sólo de su origen, ocupación sino que gira en un adagio su propia resolución no agradecerle ni al sol de haberlo calentado parafraseando a un paisano michoacano.
En fin, es un libro tremendo que no sólo es un referente en la novela negra, sino que logra colocar el dedo en la llaga en sentimientos delicados. La intriga, el oportunismo y hasta la acción se hallan perfectamente integradas por lo que la historia jamás se siente como una crítica explícita o la presentación de una ideología. Será porque como García en algún nivel no somos ni capitalistas, ni comunistas sino únicamente gatilleros indagando un complot del que no se le ven pies ni cabeza.
Logra hacer una imagen vívida del México bajo la dermis. Levanta el relieve utilizando el recurso magnífico de la novela negra para sutilmente denunciar que el espionaje es algo de las potencias mundiales. Es por ello que el personaje de Filiberto García es memorable. Representa no sólo el matón o el pistolero, sino la vieja guardia postrevolucionaria.
La manera en la que García te amarra a sus piensos y te lleva por sus peripecias es agilísimo. Las relaciones que construye con sus superiores, con los agentes de uno u otro lado y con el mundo cotidiano relucena la par verosimilitud y ridiculez en el mejor de los sentidos.
Con ese humor pesado que es cinismo, ironía y sarcasmo la historia es también una suerte de memoria sobre las leyes y las formas más o menos diplomáticas. Sobre la norma de la muerte y la transición de los que se ensucian las manos por seguir órdenes. La plátic que tiene con el Licenciado sobre como su padre, abogado igual que él obedecen a dos ethos distintos, es ya por sí misma reveladora. Sin embargo, hay otro momento imprescindible.
En la conversación que sostiene con el Coronel y Del Valle hay un despliegue muy inteligente donde se intersecta lo político, lo histórico y lo novelado sin sacrificar nada: ni el ritmo, ni la temática, ni la estructura. Es formidable porque en ese pasaje Del Valle no deja de insistir en la importancia de descubrir el complot y al hacerlo elabora un discurso sobre el patriotismo y compara a García con los Centauros del Norte que hicieron la Revolución.
Filiberto García contesta en su diálogo !Pinche señor del Valle! De a mucho discurso de fiestas patrias y toda la cosa." Acto seguido ratifica estar seguro no sólo de su origen, ocupación sino que gira en un adagio su propia resolución no agradecerle ni al sol de haberlo calentado parafraseando a un paisano michoacano.
En fin, es un libro tremendo que no sólo es un referente en la novela negra, sino que logra colocar el dedo en la llaga en sentimientos delicados. La intriga, el oportunismo y hasta la acción se hallan perfectamente integradas por lo que la historia jamás se siente como una crítica explícita o la presentación de una ideología. Será porque como García en algún nivel no somos ni capitalistas, ni comunistas sino únicamente gatilleros indagando un complot del que no se le ven pies ni cabeza.