Me ha gustado y me ha parecido divertido, pero la verdad es que me gustó mucho más el primero (Dungeons and Drama). En este había momentos de tensión sexual pero no han sido tan intensos ni tan abundantes. De nuevo, además, sabía dónde me metía pero hay algo que me falta: ojalá fueran universitarios en lugar de adolescentes porque me quedo con ganas de más guarreo jajajaja. Pero eso es cosa mía, no del libro, que da lo que promete en tanto la audiencia a la que va dirigido.
No me gusta el estilo y no entiendo nada de lo que está ocurriendo. Prefiero leer otra cosa. Lo empecé por un club de lectura pero no es mi rollo en absoluto.
Describir (y resumir) lo que me ha hecho sentir esta lectura es muy complicado. De Perkins Gilman sólo había leído "El tapiz amarillo" y me gustó mucho, así que le tenía bastantes ganas a esta novela. Llevaba muchos años en mis pendientes y, desde luego, ha sido una lectura increíble.
Habíamos esperado una monotonía sumisa y aburrida y habíamos encontrado una atrevida inventiva social muy superior a la nuestra y un desarrollo mecánico y científico igual al nuestro. Habíamos esperado minucias y nos encontramos una conciencia social ante la cual nuestras naciones parecían niños peleando y niños no muy inteligentes. Habíamos esperado celos y nos encontramos un amplio afecto entre hermanas, una inteligencia noble con la que no podíamos rivalizar. Habíamos esperado histeria y encontrado unas pautas de salud, vigor y temperamento calmo al que era imposible explicar el hábito de la blasfemia.
Gilman plantea un mundo en el que sólo hay mujeres desde hace unos dos mil años, con su propia historia y evolución, tanto a nivel social como biológico, de fauna y flora y todo lo que se os pueda ocurrir. Un mundo, aparentemente, ideal.
Una historia narrada, sin embargo, desde la perspectiva de los tres hombres que las encuentran. Aunque es precisamente esto lo que creo que hace que la historia gane tanto, ya que tenemos tres perspectivas diferentes, que en mayor o menor medida pretenden o no adaptarse a la sociedad que descubren: - Por un lado tenemos a Terry, clásico machista en cualquier época. Insoportable a muchos niveles, pero sin él, no habría un contrapunto a las dicotomías que se plantean en muchas ocasiones los protagonistas. - Por otra parte, Jeff: adora a las mujeres de una forma curiosa, ya que no las objetiviza como Terry pero no es capaz de evitar endiosarlas en cierta forma (algo que tampoco me parece correcto). Es quién más y mejor se adapta a Matriarcadia, tal vez incluso demasiado fácil, sin pensar ni plantearse quién es frente a todas estas mujeres y cuál podría ser su papel en esa sociedad (que sin embargo le acepta de mil amores). Es también el único que se queda a vivir allí y el único que parece tener éxito en El Gran Cambio que supone la nueva reproducción entre hombres y mujeres. - Por último está Van, quién narra toda la historia desde una especie de diario y cuya posición se encuentra a medio camino de la de Terry y Jeff. Es por ello (además de por ser el narrador) que es más sencillo empatizar con su visión de Matriarcadia: tiene una alta estima a todo cuanto aprende de esta sociedad, y cree firmemente en muchas de las opiniones y avances que observa; pero también es capaz de oponerse y criticar aquellas con las que no está de acuerdo, aunque sea parcialmente y pueda entender por qué se ha llegado a esas conclusiones.
Si bien la novela está centrada en la idea de que la sociedad está compuesta únicamente por mujeres, creo que trata temas muy universales que no están ligados al "ser mujer" (en el sentido más occidental). Es decir, la novela no se limita a la dicotomía que tienen los personajes sobre las mujeres que ellos conocen (débiles, sumisas, encerradas en el 'hogar') y las que se encuentran (hábiles, fuertes, independientes, trabajadoras a la vez que maternales).
Para mí, lo que más destaca de todos estos temas es la educación: comunal, en tribu, pero especialmente valorada y otorgada por quienes se han especializado en educar (se hace mucho hincapié en que ser 'madre' no te otorga sabiduría para educar); y, lo mejor de todo, una educación sutil y no impuesta, muy a lo Montessori, en la que todas las niñas se desarrollan en muchas áreas y se especializan en una o varias que realmente les parecen llamativas, consiguiendo una sociedad muy equilibrada y a la que le gusta, genuinamente, trabajar por el bien común.
Aquellas niñas amadas por la nación entera comparadas con la media de los niños en nuestro país venían a ser lo que las rosas mejor cultivadas y más perfeccionadas en comparación con un cardo arrastrado por el viento. Y, sin embargo, no parecía que estuvieran «cultivadas» en absoluto, puesto que se encontraban en su condición natural.
Ninguna niña de Matriarcadia sufrió jamás la rudeza abrumadora con que solemos tratar a los niños. Desde el mismo comienzo eran gente y la parte más preciada de la nación. [...] La gran diferencia residía en que mientras nuestros niños crecen en hogares y familias privadas en donde se hacen todos los esfuerzos posibles por protegerlos y aislarlos de un mundo peligroso, aquí crecían en otro más abierto y amistoso que sabían desde el principio que era el suyo.
La narración de Van me parece fascinante por cómo se debate a la hora de contar el funcionamiento de ciertos aspectos de lo que consideramos 'el mundo real', ya que llegados a un punto, le avergüenza (igual que a Jeff) lo que estas mujeres puedan pensar. Van se da cuenta de la de circunstancias que da por hecho que son lógicas (y me atrevería a decir que habiendo pasado más de 100 años desde que se publicó el libro, hay momentos en los que me ocurría a mi también), que podrían ser muy diferentes y mejores. Pero lo que más me gusta de él es cómo intenta encontrar un equilibrio entre todo esto.
Dejé de sentirme como un extraño, como un prisionero. Había un sentimiento mutuo de entendimiento, de identidad, de propósito. Debatíamos sobre todo. Y a medida que avanzaba y avanzaba, explorando su alma rica y dulce, mi sentimiento de una amistad placentera se convirtió en una amplia base de una combinación de tal altura, extensión y densidad que me resultó cegadora.
Por último, la forma en que se desarrollan los distintos romances (por ponerles un nombre) me parece preciosa: El de Jeff es sin duda el que más éxito tiene por su forma de ser y su capacidad de adaptarse tan rápidamente a Matriarcadia; mientras que el de Terry es la clásica relación en la que ambos se quieren y se odian a partes iguales y estás todo el día pensando que a la próxima que rompan no volverán, aunque siempre parecen hacerlo (aviso para navegantes: hay una escena no explícita sobre un intento de violación). De nuevo, me decanto por el de Van dada la forma en que aprende y evoluciona de un amor romántico a un amor más completo: una amistad, una fraternidad, un cuidado y un entendimiento muy profundos. Cuando se debate el tema del sexo en la relación de Van, me sorprende mucho que sea capaz de esperar a pesar de lo impaciente que se siente, y así lo describe:
Estaba asombrado con los resultados. Me di cuenta de que mucho, realmente mucho de lo que había supuesto honradamente que se trataba de una necesidad fisiológica, en realidad era psicológica o algo así
Por intentar concluir, diré que Matriarcadia me ha parecido una obra increíble, que creo que todo el mundo debería leer. No estoy de acuerdo con todas las decisiones que han tomado estas mujeres, no creo que todas sean buenas u óptimas (en especial las relacionadas con exterminar cierta fauna y flora, aspecto del que no he hablado), pero creo que se puede aprender mucho de lo que Gilman plantea en esta novela.
Me ha parecido una historia interesante, sobre todo teniendo en cuenta que es la primera que se escribió sobre vampiros. Sin embargo, no sé si es porque ya he leído Carmilla y sé mucho sobre Drácula, pero no me ha parecido tan buena como me habría esperado.
Lo que más me ha gustado ha sido el prólogo de Mariana Enríquez, en el que cuenta la vida de Polidori y explica cómo lllegó a escribir este relato, además de describir la relación que Polidori tenía con Byron y cómo influyó en la historia del vampiro. Eso, sin duda, hace que cuando lees las descripciones de Lord Ruthven, imagines a Byron, y me parece un puntazo.
No es el que más me ha gustado de esta pequeña saga, pero lo he disfrutado mucho. En esta ocasión tenemos una historia muy centrada en el amor y una pequeña historia secundaria sobre la importancia de los valores en tanto a mantener las relaciones familiares. Personalmente, me ha gustado mucho más esta historia secundaria de la tía de la protagonista.
La historia no estaba mal, pero no me estaba enganchando. Puede que no sea el momento de leerla, porque en realidad me intrigaba quién era Cole pero nunca tenía ganas de coger el libro y siempre que lo cogía era con un sentimiento raro