Reviews tagging 'Misogyny'

Dead Girls by Selva Almada

8 reviews

holasisoymaca's review against another edition

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dark emotional informative reflective sad fast-paced

4.5

"No sabía que a una mujer podían matarla sólo por el hecho de ser mujer, pero había escuchado historias que, con el tiempo, fui hilvanando. Anécdotas que no habían terminado en la muerte de la mujer, pero que sí habían hecho de ella objeto de la misoginia, del abuso, del desprecio."

"Chicas muertas" es un relato polifónico de no ficción donde la autora rememora tres casos de feminicidios ocurridos en el interior del país luego de la dictadura militar, casos que ella recuerda pero que con el pasar de los años quedaron empolvados en algún archivador de la justicia (y en la mente de las personas).

Me pareció muy interesante la reconstrucción que hace sobre ellas, porque no sólo narra los hechos concretos y retoma la información de aquel entonces sino que también entrevista a sus familiares y allegados varios años después, lo que le permite al lector sentirse más cercano a aquellas mujeres porque eran personas comunes y corrientes y nos lleva a pensar que cualquiera de ellas podría ser una madre, amiga, hermana, tía, una compañera del trabajo o la facultad. El peligro está en todos lados.

Reflexiona sobre lo que implica ser mujer en la sociedad de aquel entonces y la de ahora: ¿con cuánta seguridad podemos decir que "muchas cosas cambiaron"?

"Nunca nos dijeron que podía v******e tu marido, tu papá, tu hermano, tu primo, tu vecino, tu abuelo, tu maestro. Un varón en el que depositaras toda tu confianza."

"De una madre con una hija muerta esperamos, al parecer, que se arranque los pelos, que llore desconsoladamente, que agite el brazo pidiendo venganza. No soportamos la calma. No perdonamos la resignación."


Una lectura desgarradora pero necesaria para reflexionar sobre la memoria y la cobertura que decide dársele a casos como estos, porque lamentablemente en Argentina matan a una mujer cada 29hs (fuente: https://ahoraquesinosven.com.ar/reports/175-femicidios-en-2023) y en más de la mitad de los casos el agresor es alguien que ya conoce a la víctima. Tan sólo imagínense todos aquellos casos que nunca salen a la luz, que no conocemos y de los que quizás nunca sepamos.

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mafemoreno's review against another edition

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challenging dark emotional informative sad medium-paced

4.0


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thenovelsphere's review

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dark emotional informative sad fast-paced

4.5

This book goes into the femicides of 3 girls and women in Argentina during the 80s. It’s a very heavy but important book that shows just how common violence against women is. While telling the stories of the 3 victims, Almada also highlights other stories of unsolved femicides and guides us through her journey of writing the book (interviews with families, witnesses, suspects etc). I feel like adding in some more information about the causes/theory of femicide and how the justice system plays a part in downplaying how serious this epidemic is would’ve also been informative. But overall, this book is a must read.

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lauradvb's review

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challenging dark emotional informative mysterious reflective sad slow-paced

4.5


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sarafornes's review against another edition

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informative mysterious sad medium-paced

4.0


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bookishcori's review

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challenging dark informative sad slow-paced

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charleyroxy's review

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challenging dark emotional mysterious sad medium-paced

4.5


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danidamico's review against another edition

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dark emotional informative sad medium-paced

4.5

Chicas muertas de Selva Almada es una crónica que fue publicada por primera vez en el año 2014, antes de que surgieran el movimiento y las marchas de Ni Una Menos en Argentina. Los asesinatos sobre los cuales escribe también existieron en un antes de, en una sociedad en la que aún no se conocía el concepto de femicidio ni se hablaba abiertamente sobre la violencia de género. Almada utiliza como disparador un recuerdo propio de su infancia: cuando escuchó por la radio la noticia del asesinato de Andrea Danne, una adolescente de diecinueve años que vivía en un pueblo a 20 kilómetros y apareció muerta de una puñalada en su propia cama. 

A partir del caso de Andrea, la autora investiga otros femicidios sin resolver que ocurrieron durante la década del ochenta: el de María Luisa Quevedo, una chica de quince años asesinada el 8 de diciembre de 1983 en la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña y el de Sarita Mundín, de veinte años, desaparecida el 12 de marzo de 1988 en Córdoba. Almada va desgranando la información que se conocen sobre estos casos a partir de testimonios de familiares y allegados, y a su vez los relaciona con otras instancias de violencia sufridas por mujeres, desde amigas y conocidas hasta su propia tía y ella misma. “No sabía que a una mujer podían matarla por el solo hecho de ser mujer, pero había escuchado historias que, con el tiempo, fui hilvanando”, escribe, mientras recuerda anécdotas contadas por su madre o cosas que veía mientras crecía en su pueblo. 

“Estas escenas convivían con otras más pequeñas: la mamá de mi amiga que no se maquillaba porque su papá no la dejaba. La compañera de trabajo de mi madre que todos los meses le entregaba su sueldo completo al esposo para que se lo administrara. La que no podía ver a su familia porque al marido le parecían poca cosa. La que tenía prohibido usar zapatos de taco porque eso era de puta”. 

Chicas muertas no es una obra de periodismo investigativo, sino que sigue más bien la tradición de la novela de no ficción, inaugurada en este país por Rodolfo Walsh con Operación Masacre y popularizada por Truman Capote con su A sangre fría. Los momentos en los que Selva Almada viaja para entrevistar gente y hacer trabajo de campo aparecen presentados mediante una prosa bella, emotiva sin golpes bajos, con destellos poéticos y mucho trabajo con lo simbólico. Hay un uso constante de imágenes vinculadas a la muerte que se asocian entre sí para crear un sentido mayor que impregna todo el libro; por ejemplo, la escena en la que compara la sensación de su mano mojada por un hielo con la mano de un muerto, cuando escribe sobre la muerte de sus mascotas o narra sus visitas al cementerio cuando era una niña. También resulta muy efectivo el cruce que hace la autora entre su propia autobiografía, los casos de Andrea, María Luisa y el contexto social, porque logra bajar a tierra las historias que quiere contar, convertirlas en un relato personal y evocativo, lejos de la solemnidad.

Se nota en todo momento que Almada es una escritora de ficción espectacular, sobre todo en la manera en la que logra crear distintos climas sin caer nunca en el melodrama ni la explotación de las víctimas. Construye a la perfección escenas llenas de tensión y hasta misterio, al punto de hacerme sentir latidos acelerados y ganas de aguantar la respiración, así como también arma momentos melancólicos en los que uno se imagina a las chicas, vivas, aunque sea solo por un instante fugaz, siendo más que una pila de huesos. Como le dice una vidente a la que Almada visita, “tal vez esa sea tu misión: juntar los huesos de las chicas, armarlas, darles voz y después dejarlas correr libremente hacia donde sea que tengan que ir”. 

El cierre que la autora le da al libro es circular. Terminamos donde empezamos, con una niña de trece años, en el patio de su casa, que escucha la radio y se entera de un asesinato, mientras su papá hace un asado. “Aquella mañana del 16 de noviembre de 1986 cuando, en cierto modo, empezó a escribirse este libro, cuando la chica muerta se cruzó en mi camino”. Sin embargo, a pesar de los femicidios, de todas las mujeres que han sido asesinadas y que lo siguen siendo todos los días, Almada termina con una nota de esperanza, al menos un destello: narra el momento en el que su tía le contó que un primo intentó violarla. El comienzo del fin es ese, poder hablar, poder escribir, no volver al silencio nunca más. 

“¿Cómo podía ser que el marido la violara? Los violadores siempre eran hombres desconocidos que agarraban a una mujer y se la llevaban a algún descampado o que entraban a su casa forzando una puerta. Desde chicas nos enseñaban que no debíamos hablar con extraños y que debíamos cuidarnos del Sátiro. (…) Nunca nos dijeron que podía violarte tu marido, tu papá, tu hermano, tu primo, tu vecino, tu abuelo, tu maestro”. 

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