Take a photo of a barcode or cover
reflective
slow-paced
informative
fast-paced
Crítica filosa a la autoexplotacion en nuestros tiempos. Tiene elementos que deja en el aire, sin embargo maneja y aporta con el concepto del cansancio como eje de un mundo post coercitivo. ¿será cierto que en el siglo XXI nos morimos por exceso de "exito"?
Este pequeño ensayo plantea una base sobre la que sustentar un estudio acerca de por qué la sociedad actual (del primer mundo) se autoexplota, pensando que es lo correcto y que le aportará valor a su vida (méritos, riquezas, en definitiva: el éxito). Esto, que también es un autoengaño, nos lleva a la extenuación y a alejarnos del tempo que proporcionan los estados más contemplativos (¿por qué esperar un tiempo prudencial para ver el siguiente capítulo, saborear el que ya has visto, si puedes consumir toda la serie de una sentada y pasar a las veinte siguientes que te acaban de recomendar?)
Además, es la inercia que mueve a la sociedad. Ya desde pequeños a través de las actividades extraescolares, impuestas, y todo tipo de tareas de formación para cuando se llegue a la edad adulta poder obtener la prosperidad. Aunque, por supuesto, cuando se alcanza esa supuesta edad adulta también nos apuntamos a mil cursos, nos extenuamos para sentirnos realizados, que es lo más aterrador: que tu mente se sienta vacía o que sea más propensa a la ansiedad cuando tienes demasiado tiempo libre, porque, claro, el pensamiento genera ansiedad. La extenuación que causa el pensamiento sobre uno mismo (el yo) propicia las enfermedades neurológicas (depresión, fatiga crónica, disociación...). «Siento que lo puedo hacer todo, que todo está en mis manos, pero al mismo tiempo soy incapaz (me abruma y me sobrepasa)».
La falsa idea de libertad, la concepción errónea del tiempo, hacer vs. reflexionar, actividad y pasividad… Paradójicamente la hiperactividad no conduce a la libertad («hago muchas cosas porque soy libre»), conduce al cansancio, que destruye; a la progresiva deshumanización. Mantenemos conversaciones digitales mientras realizamos otras tareas, atención dispersa, producir mil cosas y estar en todos los sitios posibles. Lo antinatural. El alejamiento de lo reflexivo genera un yo vacío al que asusta asomarse mediante la contemplación (y esto no deja de ser una trampa escalofriante). Si alguien que ha pasado media vida con un comportamiento activo, exterior, de repente empezase a participar de la reflexión interna, se encontraría con la nada (a grandes rasgos, y entre otras cosas, es lo que se plantea Byung-Chul Han).
Por otro lado, afirmar que los animales son multitasking es una idea que no acabo de asimilar. Me chirría tanto o más cuando ese concepto es asociado a un humano (o incluso cuando la persona se define como tal). El animal, según Byung-Chul Han, es multitasking porque, por ejemplo, al mismo tiempo que caza tiene que estar atento para no convertirse en presa, y esto le impide participar de ese estado contemplativo, reflexivo, que es una característica exclusiva del ser humano. El uso de ciertos neologismos para definir comportamientos instintivos me aleja de la explicación. La comprendo, pero me parece forzadísima.
Byung-Chul Han ha puesto nombre y teoría, curiosamente sin someterlo a un juicio agresivo pero con una posición firme, a un camino por el que deberíamos dejar de transitar.
En fin, este librito da mucho de sí y se me ha ido un poco de las manos… Creo que me voy a apuntar a un postgrado sobre filósofos contemporáneos para ocupar las horas muertas entre inglés, el gimnasio, la tercera carrera e intentar construir lazos afectivos emocionalmente sanos a través del móvil. Pensar, ya si eso, otro día, que ahora no tengo tiempo.
Además, es la inercia que mueve a la sociedad. Ya desde pequeños a través de las actividades extraescolares, impuestas, y todo tipo de tareas de formación para cuando se llegue a la edad adulta poder obtener la prosperidad. Aunque, por supuesto, cuando se alcanza esa supuesta edad adulta también nos apuntamos a mil cursos, nos extenuamos para sentirnos realizados, que es lo más aterrador: que tu mente se sienta vacía o que sea más propensa a la ansiedad cuando tienes demasiado tiempo libre, porque, claro, el pensamiento genera ansiedad. La extenuación que causa el pensamiento sobre uno mismo (el yo) propicia las enfermedades neurológicas (depresión, fatiga crónica, disociación...). «Siento que lo puedo hacer todo, que todo está en mis manos, pero al mismo tiempo soy incapaz (me abruma y me sobrepasa)».
La falsa idea de libertad, la concepción errónea del tiempo, hacer vs. reflexionar, actividad y pasividad… Paradójicamente la hiperactividad no conduce a la libertad («hago muchas cosas porque soy libre»), conduce al cansancio, que destruye; a la progresiva deshumanización. Mantenemos conversaciones digitales mientras realizamos otras tareas, atención dispersa, producir mil cosas y estar en todos los sitios posibles. Lo antinatural. El alejamiento de lo reflexivo genera un yo vacío al que asusta asomarse mediante la contemplación (y esto no deja de ser una trampa escalofriante). Si alguien que ha pasado media vida con un comportamiento activo, exterior, de repente empezase a participar de la reflexión interna, se encontraría con la nada (a grandes rasgos, y entre otras cosas, es lo que se plantea Byung-Chul Han).
Por otro lado, afirmar que los animales son multitasking es una idea que no acabo de asimilar. Me chirría tanto o más cuando ese concepto es asociado a un humano (o incluso cuando la persona se define como tal). El animal, según Byung-Chul Han, es multitasking porque, por ejemplo, al mismo tiempo que caza tiene que estar atento para no convertirse en presa, y esto le impide participar de ese estado contemplativo, reflexivo, que es una característica exclusiva del ser humano. El uso de ciertos neologismos para definir comportamientos instintivos me aleja de la explicación. La comprendo, pero me parece forzadísima.
Byung-Chul Han ha puesto nombre y teoría, curiosamente sin someterlo a un juicio agresivo pero con una posición firme, a un camino por el que deberíamos dejar de transitar.
En fin, este librito da mucho de sí y se me ha ido un poco de las manos… Creo que me voy a apuntar a un postgrado sobre filósofos contemporáneos para ocupar las horas muertas entre inglés, el gimnasio, la tercera carrera e intentar construir lazos afectivos emocionalmente sanos a través del móvil. Pensar, ya si eso, otro día, que ahora no tengo tiempo.
Un gran ensayo, aunque lleno de referencias filosóficas importantes pero complejas de entender en una única lectura (al menos para mí). En todo caso, tampoco es un tema desconocido para nadie sabernos apuntalados como sociedad y a nivel personal, por la sobre estimulación y los mandatos del éxito personal cada vez con más autoexigencias infligidas que nos ha llevado a una fatiga extrema en la que vivimos - o más bien sobrevivimos - al límite de nuestra capacidad emocional, física y mental.
En este libro me identifiqué, pero no sólo a mí sino también a los demás, estamos en la era neuronal donde la depresión está a la orden del día, la autoexplotación es parte de la esencia de muchos. Todo lo podemos lograr, dicen, pero a costa de qué. Sin duda un excelente libro para confrontarte y sobre todo para pensar, pensar en tu propia existencia.
slow-paced
"The Burnout Society" is simultaneously brilliant and frustrating. Han identifies crucial insights about modern society - particularly how achievement-oriented self-exploitation has replaced external discipline - but his writing often obscures rather than illuminates these ideas.
The book's strongest moments come when Han crystallizes complex observations into striking images. His description of modern humans as being "too alive to die, and too dead to live" captures something profound about contemporary existence. Similarly, his concept of a "doping society" - though frustratingly underdeveloped - opens up crucial questions about how we chemically and technologically manipulate ourselves to maintain impossible productivity demands.
Han's analysis of self-directed violence is particularly insightful. When he writes that "exogenous violence is replaced by self-generated violence, which is more fatal than its counterpart inasmuch as the victim of such violence considers itself free," he identifies a key mechanism of modern control. We've internalized external demands so completely that we view our self-exploitation as freedom.
However, the book suffers from academic posturing that often gets in the way of its insights. Han has a tendency to drop profound observations without developing them, preferring to move on to more theoretical name-dropping. His critique of how the "pursuit of health takes livingness from life" deserves deeper exploration, especially as we see figures like Bryan Johnson attempting to optimize human existence into meaninglessness.
The book's central thesis - that we've moved from a "disciplinary society" to an "achievement society" - is compelling, but Han's analysis stops short of examining how we're coerced into caring about achievement in the first place. The violence he identifies isn't just self-directed but systemically induced; we're forced to care about meaningless metrics and then forced to numb ourselves to survive caring about them.
Despite its flaws, "The Burnout Society" provides valuable frameworks for understanding modern exhaustion. Han's insights about self-exploitation and internal violence remain relevant, even if his academic style sometimes obscures their power. The book is worth reading, but requires active engagement to extract its valuable insights from its sometimes obtuse presentation.
Jest tu parę cennych tez i obserwacji, szczególnie tych na temat przejścia od społeczeństwa dyscyplinarnego do społeczeństwa osiągnięć i społeczeństwa transparencji oraz tego, w jaki sposób neoliberalizm przejmuje te tendencje na własny użytek. Całość jednak to festiwal nisko latających kwantyfikatorów, zbyt łatwych syntez i jednolitego opisu współczesnego doświadczenia bez różnicowania na klasę, płeć i zamieszkiwany region świata. Taki trochę Fromm, trochę Bauman, ale ostatecznie stacza się w to w serię kryptokonserwatywnych jeremiad potępiających (poza autodyscypliną samorozwoju) media społecznościowe, porno, gry komputerowe i psychoterapię. Dodatkowy minus za traktowanie chorób psychicznych jako wielkich figur-metafor zamiast konkretnych chorób o swojej etiologii (czytanie psychiatrów i psychologów jest widać niegodne filozofa) oraz za niezbyt mądrą krytykę obostrzeń pandemicznych.
Interesting school of thought regarding depression and why this millennium is different with unique problem. Problems that require a new mindset to solve. Not at all alike what was useful anytime in the past.
There's no limits anymore, but we are not limitless. We get tired. We are the worst and the cruelest to ever worship.
There's no limits anymore, but we are not limitless. We get tired. We are the worst and the cruelest to ever worship.
Ίσως όχι τόσο διορατικό και εμπνευσμένο όσο η κοινωνία της διαφάνειας (κάποιες στιγμές μου έβγαζε μια ηθικολογία το κείμενο) άλλα προς το τέλος η πραγμάτευση της αρνητικότητας αλλά και το ξαναδιάβασμα του Μπαρτλμπυ του Μέλβιλ (επιτέλους μια ανάγνωση που δεν εμφανίζει τον ήρωα ως πρότυπο) κάνουν και αυτό το δοκίμιο του Κορεάτη αξιοδάβαστο.